"El Once” , mas allá de tener muchos aspectos en común con otros distritos comerciales, es un lugar único e irrepetible, quien se aventure a transitarlo experimentará la insondable sensación de que es allí donde todo ocurre, donde revienta la noticia . Sin embargo,"El Once" es un barrio virtual, que es la denominación popular que se le ha dado al barrio de Balvanera: un interminable conglomerado de sucias, roídas y abúlicas medianeras que ocultan, al mismo tiempo, tesoros y miserias. Esta circunscripción carece de espacios verdes extensos y es, por este motivo, que el oxígeno parece estar reservado para quienes viven en las alturas. El humo de autos, colectivos y camiones se hermana con la estridencia y la polución sonora provocando una atmósfera densa que envuelve las aceras sin dejarlas respirar hasta la llegada de la noche.
Balvanera Norte vs. Balvanera Sur
Para comprender la configuración del barrio debemos hacer antes algunas salvedades: en primer lugar su verdadero nombre es Balvanera que no gratuitamente se encuentra dividida por la Av. Rivadavia (¿la más larga y venosa del mundo?) entre Balvanera Norte y Sur.
Balvanera Norte (delimitada por las calles Gallo al oeste, Rivadavia al sur, Callao al este y Córdoba al norte), es lo que, comúnmente, se conoce como “El Once” pero que en lo sucesivo llamaré “Eleven Soho”. Esta región alberga, en su mayoría, colectividades provenientes del oriente medio: judíos ortodoxos y otros no tanto, algùn que otro árabe que, aunque cueste creerlo, en “Eleven Soho” conviven en paz. En gran parte, están dedicados al negocio de la tela e importaciones berretas. Durante el día, esta actividad comercial genera una gran afluencia de gente, lo que hace que muchas veces las calles se vuelvan intransitables. El boom de las importaciones tuvo su apogeo en la década del 90 con la llegada de la (entonces) celebrada convertibilidad: comenzaron a instalarse varios locales pertenecientes al rubro abocados a la importación de artículos electrónicos de origen asiático con nombres alusivos como “Todo Miami”, “Miami Import”, etc. Quien haya tenido la suerte (¿?) de conocer Miami (Flagler´s Street-Downtown) habrá encontrado cierta similitud entre ambos distritos comerciales. Con el correr de los años y el advenimiento de la "crisis", estos locales fueron desapareciendo, quedando sólo aquellos dedicados a la importación de “chucherías”: productos de dudosa calidad, la mayoría de origén chino, tailandés, etc.
Al día de hoy, la actividad más importante de “Eleven Soho” es el comercio de la tela (jersey, gross, frisa, etc.), la misma que luego conformarán los más variados diseños de indumentaria, interiores, muebles y objetos nacionales ; con la llegada de la devaluación económica y el alto crecimiento del turismo internacional, esta zona se ha convertido también en una suerte de “tour de compras” para extranjeros.
Por este motivo, la denominación “Eleven Soho”, en clara alusión a “Palermo Soho", barrio que poco tiene de Soho , y mucho de marketing, el cual prefiero llamar “Palermo trans” (transgénico).
Balvanera Sur, como su nombre lo indica, se encuentra al sur de la Av. Rivadavia y difiere bastante de su tocayo del norte. La mayor parte de esta zona está habitada por familias de clase media y en menor medida, clase media profesional. A partir de la década del 90 fue poblándose también de varias colectividades latinoamericanas principalmente oriundos del Perú, que al igual que en la zona de Abasto se establecieron en hoteles, pensiones y casas tomadas. Esta tendencia fue afianzándose en los últimos años probablemente por su cercanía a la estación de tren. Es oportuno destacar que tanto la afamada zona de "El Abasto" (llamada así en referencia al viejo mercado del Abasto devenido en shopping center) como “El Once” son o fueron zonas tangueras por excelencia que supieron dar refugio a los más variados personajes, autores y cantores del género.
En Balvanera Sur al igual que en “El Abasto” abundan los “conventillos”, hoteles de pasajeros, residenciales y casas tomadas que tienen el denominador común de albergar familias de inmigrantes latinoamericanos y del interior del país. Estas precarias viviendas, en muchos casos, suelen servir de guaridas para malhechores y bandidos pero que, en algunos casos, tambien las habitan familias de trabajadores que a menudo son los que pagan las consecuencias de los ilícitos que cometen aquellos intrusos.
En ambas zonas encontramos la más variada gama nacionalidades, ya sean peruanos, paraguayos, brasileños, dominicanos, cubanos, chinos y en los últimos años también africanos, lo que las convierte en un espacio ecléctico en el que abundan los “restaurantes turísticos”, puestos de venta callejera de especies, tolderías y ferias…
Así como París tiene su barrio latino, Buenos Aires, como toda ciudad cosmopolita, también cuenta con el suyo. No obstante, ciertos sectores de “El Once” podrían confundirse con el típico lugar al que los norteamericanos, cuando filman sus películas de narcos, terrorismo y conspiraciones ubicarían como "somewhere in southamerica".
La supervivencia nocturna
Todo el barrio es una gran zona roja, en donde puede encontrarse ofertas de todo tipo. Por las noches, cuando la negrura del asfalto se confunde con la cerrazón del firmamento, “El Once" se tranforma, es cierto, en una suerte de Harlem porteño: abunda el potingue y la prostitución, los delitos contra la propiedad y la indigencia. Pueden encontrarse los más siniestros personajes del sub-mundo: andróginos y execrables musarañas que asoman de las alcantarillas en busca de su deletéreo aliciente poniendo en jaque la tranquilidad de la noche, momento en cual comienzan a oírse el incansable palpitar de las sirenas, el estropicio de los botellazos, la resonancia de algunas detonaciones y el bullicio de los bramidos, acompañados por el hipnótico machaque de la “cumbia ambiental” .
Efectivamente, es un barrio abstruso, retorcido y decrépito, no apto para pavorosos. De todas maneras sería injusto con otros barrios catalogar a "El Once" como un lugar peligroso, su mayor aversión recae en lo estético: la horrorosa edificación, la desidia de muchos de sus habitantes, la mugre de las veredas, etc. Sin embargo, su encanto reside en la candencia de su compleja y multifacética existencia, su constante estado de ebullición; como manifesté al principio de esta exposición, "El Once" es el lugar donde todo ocurre, donde la vorágine cotidiana toma un matiz extremo. Para aquellos apasionados de la literatura fantástica, sin duda es un lugar de inspiración.
Jorge Luis Borges escribió la siguiente milonga con música de Astor Piazzolla en la cual se refiere al barrio de Balvanera:
Milonga de Jacinto Chiclana
Me acuerdo. Fue en Balvanera,
En una noche lejana
Que alguien dejó caer el nombre
De un tal Jacinto Chiclana.
Algo se dijo también
De una esquina y de un cuchillo;
Los años nos dejan ver
El entrevero y el brillo.
Quién sabe por qué razón
Me anda buscando ese nombre;
Me gustaría saber
Cómo habrá sido aquel hombre.
Alto lo veo y cabal,
Con el alma comedida,
Capaz de no alzar la voz
Y de jugarse la vida.
Nadie con paso más firme
Habrá pisado la tierra;
Nadie habrá habido como él
En el amor y en la guerra.
Sobre la huerta y el patio
Las torres de Balvanera
Y aquella muerte casual
En una esquina cualquiera.
No veo los rasgos. Veo,
Bajo el farol amarillo,
El choque de hombres o sombras
Y esa víbora, el cuchillo.
Acaso en aquel momento
En que le entraba la herida,
Pensó que a un varón le cuadra
No demorar la partida.
Sólo Dios puede saber
La laya fiel de aquel hombre;
Señores, yo estoy cantando
Lo que se cifra en el nombre.
Entre las cosas hay una
De la que no se arrepiente
Nadie en la tierra. Esa cosa
Es haber sido valiente.
Siempre el coraje es mejor,
La esperanza nunca es vana,
Vaya pues esta milonga
Para Jacinto Chiclana.